martes, 14 de agosto de 2012

Vileza del ex gobernador del PRI en Oaxaca contra el padre Solalinde...y contra miles de migrantes


LEOPOLDO GAVITO NANSON - JUEVES, AGOSTO 09, 2012 LA JORNDA (VERACRUZ).

Hace poco más de un año, el último día de julio de 2011, medio centenar de policías de Puebla intentaron detener al padre Alejandro Solalinde. Tuvo que intervenir la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para que el sacerdote misionero y sus escoltas de seguridad fueran liberados. Luego, también el último día, pero de diciembre, el padre Solalinde fue encarcelado por hombres armados de un poblado de Oaxaca, llamado Nuevo Santiago Tuxtla, en manos de un cacique llamado José Raymundo.
La policía oaxaqueña justificó la detención bajo el argumento de que las escoltas del sacerdote –varias veces amenazado de muerte– iban armados.

En abril de este año, el sacerdote Solalinde denunció nuevas amenazas de MUERTE en su contra, así como una campaña de linchamiento contra los migrantes que se refugian en el albergue a su cargo. Como dijo, eran dos amenazas en menos de 15 días que provenían de la misma fuente y relacionadas con la delincuencia organizada, “con personas que no nos quieren y que están sistemáticamente contra nosotros; lo grave de esto es que el municipio de Ixtepec no se deslinda de esas personas”.

En pocos días más recibió otras cuatro amenazas de MUERTE. Al mes siguiente Alejandro Solalinde salió del país a sugerencia del protocolo de seguridad de la Procuraduría General de la República (PGR), la CNDH y Amnistía Internacional (AI). De inmediato circularon rumores de que se retiraría indefinidamente de sus tareas de apoyo y defensa de los migrantes centroamericanos.

Llegaron a tal nivel que personal del albergue que encabeza tuvo que aclarar que no existía ningún retiro del padre Solalinde y que únicamente era una ausencia temporal para proteger su integridad hasta que las procuradurías General y de Oaxaca investigaran a fondo tales amenazas. El personal del albergue dejó muy claro que la ausencia de ningún modo significaba que abandonara la misión ni mucho menos el cierre del albergue. Días después se dio a conocer que el padre había salido temporalmente del país.

Desde que en 2007 empezó a funcionar en Ixtepec, Oaxaca, el albergue y capilla Hermanos en el Camino se convirtió en una gran piedra en el zapato de quienes se benefician y lucran con la deshumanización de miles de migrantes. No sólo las empresas y bandas criminales al servicio de esas empresas, también la red de políticos y funcionarios que las protegen. Si hoy el tema se ha hecho visible obedece en muy buena medida a la labor de Alejandro Solalinde.

La jerarquía de la Iglesia católica de la que el sacerdote es misionero no lo ha AYUDADO ni FINANCIADO el funcionamiento del albergue. Funciona por el financiamiento familiar y de la comunidad.
Salvo, tal vez, el compromiso y las denuncias del singular OBISPO de Saltillo, el dominico Dr. Raúl Vera, quien ha demostrado sobradamente su profundo compromiso personal respecto a la situación de inseguridad y virtual ESCLAVITUD de los mineros en Coahuila, no hay ninguna otra labor de la Iglesia católica tan importante en este país como la realizada por Alejandro Solalinde y las personas que lo asisten y apoyan. LA IGLESIA CATÓLICA CALLA LAS INJUSTICIAS.

Pero la jerarquía católica no es un grupo de individuos ocupados de aliviar en la práctica, aquí y ahora, el sufrimiento de las personas. La jerarquía católica se ocupa de su interés y de las relaciones de PODER (TERRENAL) para proteger ese interés. Una combinación entre la renta privada de los jerarcas y el afán corporativo del alto clero. Para toda esa madeja de ganancias a costa de la muerte y explotación del prójimo en donde se amalgaman empresas criminales, políticos, caciques, jerarcas eclesiásticos, los migrantes no son seres humanos sino una mercancía y el padre Solalinde es una molestia que los hace incómodamente visibles.

El sacerdote estuvo poco más de un mes fuera del país, regresó a México y no ocultó sus reservas por el eventual “regreso del PRI al poder”. Tiene motivos, es muy consciente que es el PRI sistémico con el que se construyó toda la subcultura de la informalidad, del beneficio personal en el gobierno y de corrupción por default.

Por eso apenas un par de semanas después de su regreso al país, antier, el obispo de Tehuantepec, Óscar Armando Campos Contreras, ordenó a Solalinde dejar su responsabilidad en el albergue porque a su parecer lo hace por mero protagonismo.

Solalinde fue entrevistado ayer en el noticiero matutino de MVS/ RADIO y TV/SKY 59 de la periodista CARMEN ARISTEGUI, dijo “ahí que se sentía muy triste, dolorido y que no entendía la premura de haberlo hecho así”.

Hace ya tiempo que el alto clero insistía en QUITAR a Alejandro Solalinde de la Pastoral de Movilidad Humana, el obispo ofreció una parroquia, un puesto administrativo. Esto es lo único que necesita el alto clero para REMOVER a Solalinde.

Para la jerarquía católica el peligro que representa Solalinde Guerra no es su indoblegable compromiso con la justicia y su valor para poner al descubierto complicidades inconfesables, el peligro es que Alejandro Solalinde es y representa una Iglesia para la que el Vaticano invirtió todo el papado de Karol Wojtyla a fin de DESMANTELARLA primero, y luego DESAPARECERLA.

La Iglesia que sigue los postulados del Concilio Vaticano Segundo, la de la opción por los pobres, por la JUSTICIA SOCIAL, la Iglesia que educa en el conocimiento, no en el dogma.
Es posible, sí, quitar al padre Solalinde su misión dentro de la iglesia. Lo que la jerarquía no puede ni nunca podrá hacer es quitar al sacerdote de la misión que como hombre se ha impuesto y asume ante su dios. No hay Iglesia ni jerarquía que pueda contra eso, aunque siempre pueden dejar al padre a merced de quien lo amenaza. LA JORNADA (VERACRUZ).

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