LEOPOLDO GAVITO NANSON. LA JORNADA (VERACRUZ).
Si
desde principios de la década de los 80 México declina en sus niveles
de bienestar, los 12 últimos años de administraciones panistas
(cogobiernos PRIANISTAS sería más preciso) han sido de acelerada
degradación del desarrollo humano y económico. A mediados del siglo
pasado el 50 por ciento de las familias con ingresos más bajos absorbían
19 el .1 por ciento del ingreso nacional, el 10 por ciento de las
familias con ingreso más altos concentraban el 49 por ciento.
En
1963, esta situación se había agudizado: el 20 por ciento de las
familias con más altos ingresos concentraban el 60 por ciento del
ingreso nacional, mientras el 50 por ciento de las de más bajos ingresos
absorbían apenas el 15.55 de dicho ingreso. Apenas hace un par de años
la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares reportaba que
10 por ciento de los hogares mexicanos concentra 34.6 por ciento del
ingreso total mientras que 60 por ciento de los hogares pobres apenas
acumulaba 27.6 por ciento del ingreso total.
La brecha entre
ricos y pobres se ha convertido en abismo; los niveles de bienestar son
equivales a los que había en el siglo XIX, agravados porque el número de
pobres y empobrecidos es decenas de veces mayor. Son los costos de
haber abandonado hace 30 años todo rastro del modelo de estado de
bienestar por adoptar y plegarse a un modelo neoliberal monetarista, el
Consenso de Washington.
La renta nacional se ha concentrado a
grados obscenos en unas cuantas personas morales, la mayoría de ellas no
mexicanas: Walmart de México, Cemex, Grupo Alfa, Ford Motor Company,
Televisa, Grupo Salinas/Elektra, los muchos bancos de la banca
extranjera en México, destacadamente BBVA Bancomer, Banamex Citigroup,
el Grupo Bimbo de la familia Sertvije, el grupo minero Bal (Peñoles); VW
de México; Soriana, Coca Cola Femsa; Grupo México; la organización
Soriana; el grupo Modelo; por mencionar unas cuantas de las más
poderosas. Dueños, accionistas y altos ejecutivos forman la famosa
oligarquía.
Abstracción conceptual que frecuentemente significa
poco, pero que tiene un papel determinante en la conservación de las
condiciones que permitan seguir con la apropiación de cantidades cada
vez mayores del ingreso nacional. Para ello los procesos de reproducción
política deben ser ganados por personajes afines o subordinados. Tal es
la razón de existir de figuras como los TELE DIPUTADOS y lo que
justifica invertir en un proceso electoral frioleras que oscilan entre 3 y 5 mil millones de pesos para garantizar sea elegido el candidato que dispongan.
Desde
meses antes de la elección se compraban espacios televisivos para
supuestas entrevistas y comentarios prepagados; el bombardeo sobre bases
diarias de sondeos y encuestas brutalmente manipulados con intención de
“preventa” de la inevitabilidad del “triunfo priísta”; propaganda sucia
no firmada pero transmitida por las televisoras y la ofensiva
gazmoñería pasiva del IFE que simplemente dejaba pasar los reclamos o
rehusaba a actuar en consecuencia como cuando se le solicitó iniciar el
trámite para el congelamiento de cuentas bancarias ante la justificada
sospecha de que serían usadas para comprar y coaccionar votos.
Una
elección amañada con ríos de dinero desde meses antes de la jornada
electoral y que hacen pasar como legítima a la par que el presidente del
grupo Televisa anuncia desde ya que también presidirá Iusacell ahora
que la Comisión Federal de Competencia ha autorizado su compra por parte
de Televisa y el grupo Salinas. De ese tamaño es la apropiación.
Mañana
por la tarde Andrés Manuel López Obrador habrá de hacer públicos los
datos acumulados que documentan la inequidad a lo largo de toda la
elección. Hay razones para suponer que habrá confirmaciones de los datos
ya dados y varias sorpresas adicionales. La operación de legitimación y
descalificación de quienes protestan es instrumentada con intensidad
aunque con argumentaciones tan pueriles como el balbucear que AMLO es un
mal perdedor.
El PAN para salvar cara ha dicho que la elección
no fue equitativa ni ejemplar y el presidente Calderón ofensivo dice que
la evidente compra de votos por diversos medios es “inaceptable” y que
es necesario aclarar el caso Soriana. Lo dice de forma absolutamente
inocua y que se anula a sí misma. Rehúsan también interponer junto con
la alianza de izquierda un recurso revisión e impugnación de la
elección.
El PAN se ha convertido no sólo en el paradigma de la
mala, fanática e incompetente administración, sino en la expresión más
acabada de la oposición funcional colaboracionista, lo que nada tiene
que ver con la idea de una oposición leal.
Felipe Calderón dice
que la compra de votos es “inaceptable” pero mediatiza la idea al
introducir la palabra “supuestamente” al referirse a la compra de votos
vía tarjetas Soriana.
La elite de empleados gubernamentales de
la oligarquía se aboca completa a intentar desvanecer las
argumentaciones de López Obrador y la alianza por el bien de todos.
Luego de unos días, lo menos que puede decirse es que es, como dijera el
clásico, “una acción concertada” (LA JORNADA, VERACRUZ).
No hay comentarios:
Publicar un comentario