viernes, 24 de agosto de 2012

ATROPELLOS EN LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA TULIO MORENO ALVARADO - JUEVES, AGOSTO 23, 2012. LA J

ORNADA (VERACRUZ). 

En la postrimería del rectorado en la UV de Raul Arias Lovillo comienza a dejarse ver el resultado acumulado de una atropellada gestión, producto de aquel sueño conjunto que el economista concibió con su antecesor, Víctor Arredondo, para hacer de la Universidad Veracruzana “la mejor institución educativa del país”.

De manera independiente de las grandes complicaciones económicas actuales y a la peculiar visión de las administraciones federales panistas con respecto al financiamiento público para la educación superior, Arias Lovillo se vio atrapado en la apretada red de componendas y compromisos heredados y adquiridos en una penosa circunstancia que no sólo transfiguró en pesadilla aquel idílico sueño, sino que puso a la institución en un severo predicamento, reflejado éste en los índices negativos que le otorgan a la institución en materia de calidad y resultados académicos, los principales indicadores nacionales e internacionales como el realizado este mismo año por la UNAM.

Junto con los dispendios inentendibles en medio de una situación de severa astringencia financiera por la que dice el rector pasa la UV –el ejemplo más notable es el financiamiento anual superior a los 50 millones de pesos que la Universidad destina de su presupuesto para pagar la nómina y la manutención de su equipo de basquetbol profesional de los HALCONES ROJOS, por citar al más absurdo de todos–, es verdaderamente notable la ausencia de Raúl en los aspectos más relevantes de la vida universitaria.
Aunque se sabe que su labor ha sido funcional al proyecto económico de carácter privado que tiene atrapada a la UV, campeando desde luego en ello los intereses de conocidos integrantes de un grupo compacto que se apropió del presupuesto universitario desde la reforma que le dió carácter autónomo en pleno gobierno de Patricio Chirinos. No obstante, lo cierto es que la institución esta a punto de entrar en una espiral crítica en la que las contradicciones generadas por la actuación del rector, su falta de carácter y parsimonioso desinterés propician tierra fértil para aquellos temas que le puedan ocasionar dolores de cabeza y que signifiquen un distractor en la buena vida que ha llevado desde la silla rectorial, dejando abierta la puerta para que cualquier grupo de interés meta las manos en la vida universitaria. 

El más reciente fue esa especie de linchamiento público del que fue objeto el Dr. Alberto Olvera en la presentación del libro La lucha de México por la seguridad pública, de George Philip, profesor de London School of Economics and Political Science. 

Y si bien es cierto, la UV debería ser el espacio adecuado y necesario para la discusión de temas de interés colectivo pero además sin cortapisas, el asunto cobra mayor relevancia cuando el propio rector con su ausencia y fuertes compromisos ha roto los equilibrios que debieran normar la vida interna de la institución.
Lo más lamentable que pudiera ocurrir es que se coarten los espacios y las formas de expresión, cualquiera que éstos sean y aún sobre su proveniencia gracias por un lado al vacío dejado por el rector y por otro a la puesta en práctica de viejos métodos de ejercer el poder. 

Podrá estarse o no de acuerdo con las opiniones de Olvera, sin embargo, el evento de antier recuerda asombrosamente –porque tiene el tufo de la práctica impuesta por Miguel Ángel Yunes Linares durante su paso por la Secretaría de Gobierno– por cuenta de una suerte de memoria afectiva que pone en la mesa un paródico modo de ser que a fuerza de cierta efectividad es dable a repetirse una y otra vez.
Lo más perturbador del caso es que éste tipo de medidas disruptivas de un evento de corte académico se dio en el marco de la toma de control de ciertos aspectos de la operación política estatal de los que esta echando mano el flamante subsecretario de Gobierno, Enrique Ampudia Mello, el brazo ejecutor, pergeñador y alumno más aventajado de aquella prédica yunista de primero golpea, despues averiguas y luego vuelves a golpear.

Es muy aventurado aún suponer que el evento citado se inscriba dentro del proceso sucesorio de la rectoría, sin embargo, sólo basta contar con una pálida pátina de memoria para observar que en este caso específico, pudiera barruntarse alguna inusual e indeseable vuelta al pasado.

Fuente: La jornada (Veracruz).

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