jueves, 9 de agosto de 2012

Crítico, activo y pacífico. #YoSoy132, luz en la oscuridad


LEOPOLDO GAVITO NANSON - MARTES, JULIO 03, 2012

La anunciada –por meses– victoria del PRI evidencia por lo pronto la profunda decepción causada por el PAN como gobierno nacional. Incapaces y desinteresados por concretar la auténtica transición democrática, los panistas se abocaron durante 12 años a minar los escasos acuerdos básicos que han permitido la sobrevivencia de México como país. Sea por la frivolidad de un alto vacío con botas, por la incapacidad integral de un escalador oportunista e impasible, o por las insuficiencias e ineficiencias de un remedo de propuesta que sólo alcanzó a articular y la derecha católica y neoliberal incumplió integralmente con las expectativas y reclamos de la verdadera democratización.

El mosaico polivalente de la izquierda, fuera de López Obrador y Morena, parece haberse negado a configurar una alternativa creíble. Una campaña extraordinariamente precaria en recursos levantó –con todo– basada en un único activo: Andrés Manuel López Obrador.
La posibilidad de que la nación fuera gobernada por un equipo de los mejores hombres y mujeres parece alejarse dados los resultados preliminares.

La explicación no pasa por la actuación de IFE sino por el de la brutal inequidad del proceso que, por lo demás, se remonta a casi cinco años atrás, cuando Televisa inició el diseño y elaboración y colocación en el mercado de un producto: el candidato Enrique Peña Nieto. Todo esto es una verdad no sólo evidente sino probada nacional e internacionalmente.

Queda por evaluar la tremenda variable de la inequidad del proceso en un país en el que desde hace casi seis años se mata a una persona cada media hora como consecuencia de una guerra conducida con abrumadora incompetencia.

Un proceso electoral claramente inequitativo que deja hasta ahora en el aire y en capilla las denuncias del reparto masivo de tarjetas de consumo prepagadas, la oscura actuación de un banco para transferir fondos a un proveedor de servicios televisivos en Estados Unidos y acciones masivas de compra y coacción del voto.
Que la compra y coacción del voto sea no sólo posible sino efectiva, así como el aprovechamiento de las muy añejas relaciones clientelares de la estructura partidaria priísta con millones de mexicanos, tanto en pobreza como clasemedieros, revela la tremenda debilidad sistémica de México. Un sistema educativo de bajo perfil y rehén de un sindicado ya es de suyo tóxico para la formación de capital humano, del que somos escasos. Pero esa escasez de capital humano lleva a otro déficit de mayor impacto aún: la casi total ausencia de capital social. 

Hay algunas organizaciones no gubernamentales que se han consolidado con agendas específicas que han logrado modificar realidades, pero las ONG no rara vez trascienden los límites de sus propias agendas. Ejemplo claro de ello es Greenpeace, que ha sido capaz de hacer visible y luego presionar para su cancelación un proyecto turístico en el Golfo de Cortés (Cabo Pulmo), pero que no ha sido capaz de incorporar a su agenda de denuncias y presiones la presencia depredadora de las mineras extranjeras a cielo abierto. 

El capital social mexicano es tenue y harto disperso. Sin embargo, justo en el contexto del proceso electoral surgió el movimiento universitario #YoSoy132 que puso con atinada precisión la verdadera debilidad sistémica del proceso electoral: el papel determinante de las televisoras. Los universitarios organizados son los únicos que han sido capaces de poner nombre y apellidos a los factores y las dinámicas que distorsionan casi todos los procesos de convivencia social, especialmente éste de renovación política. Su incorporación en el escenario nacional los hace la más clara expresión de que el país ha sido capaz –pese a todo– y providencialmente de crear capital social suficiente para incidir en la realidad.

Lo que suceda en adelante está por verse, pero no parece probable que el desaliento, el desencanto y la frustración sean variables que determinen la reacción organizativa de los universitarios. A ellos la sociedad les debe por lo pronto la capacidad de precisión conceptual y el ejemplo organizativo para poner el dedo en la llaga. Ejemplo de ello es el comunicado de prensa del movimiento #YoSoy132 publicado ayer en el portal YouTube (http://www.youtube.com/watch?v=6iB4gHq6n2A). Denuncian los jóvenes irregularidades a lo largo de toda la jornada electoral; #YoSoy132 recibió, documentó y monitoreó en sus propias palabras, un gran número de anomalías, delitos electorales y hechos violentos. La sociedad civil respondió a la convocatoria del movimiento. En no pocas ocasiones los observadores del movimiento fueron víctimas de violencia y claro hostigamiento frente a los cuales las autoridades electorales optaron por el silencio.
Sistemáticos, los jóvenes organizaron las denuncias recibidas en:
 1.- Hechos violentos; 
2.- Delitos electorales; 
3.- Irregularidades en el funcionamiento de las casillas, y 
4.- Amenazas a la sociedad que participaba en la observación y vigilancia del proceso.

Acusan los jóvenes con todas sus letras que las autoridades no garantizaron la legalidad ni respondieron a las denuncias presentadas a lo largo de toda la jornada. Concluyen, pues, en que la jornada no estuvo exenta de irregularidades y que definitivamente no se desarrolló en el ambiente de paz y legalidad necesario para garantizar el voto libre y razonado. Los jóvenes rechazan enérgicamente la imposición de un candidato y denuncian la persistencia de prácticas antidemocráticas. Por iniciativa de los jóvenes ha empezado un proceso de análisis crítico y socializado de los procesos electorales. Convocar a la sociedad a la participación activa del ejercicio conlleva en los hechos una actitud de rebeldía. La resistencia civil germinal que simplemente ni concluye con el cierre de las casillas ni con el conteo de votos. Hay razones para entender que empieza la resistencia civil pacífica.

Estamos en el umbral de la articulación de las muchas manifestaciones de inconformidad de una sociedad largamente agraviada.

No poca cosa si se piensa que en el concepto entran desde las madres de las muchas mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, las víctimas de Atenco, Aguas Blancas, Acteal; las cantidades obscenas y morbosas de muertos en este malhadado y calamitoso gobierno, la precipitación de toda idea de bienestar, el desmantelamiento de la economía nacional, desde la agricultura hasta la industria petrolera, y el ofensivo desprecio de las políticas criollas para los pueblos y naciones indígenas. Estamos por atestiguar la acción de solidaridad y responsabilidad sociales en concreto. Todo los demás está por verse.

*Es Cosa Pública

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