martes, 14 de agosto de 2012

Oligocracia neocolonial en México



LEOPOLDO GAVITO NANSON. LA JORNADA (VERACRUZ).

En 2008 la periodista Carmen ARISTEGUI era la titular del noticiero matutino que se transmitía por W Radio en la que Televisa está asociada con el grupo español Prisa, empresa española dueña del diario El País y tiene una muy fuerte presencia multidimensional en los mercados latinoamericanos, sean de habla española o portuguesa.

La línea editorial de la periodista ha sido fundamentalmente crítica a las prácticas MONOPÓLICAS de la televisora, y así lo fueron cuando transmitía su noticiero desde W Radio. En aquella época al autor le pareció verosímil la explicación de la salida de ARISTEGUI como una suerte de moneda de cambio para proteger los intereses en México de Prisa dado que su editorial Santillana tenía y tiene contratos varias veces millonarios con el gobierno mexicano para la impresión de millones de libros de texto. La idea no pasó de un comentario en una carta escrita a la revista Emeequis.

Saltó esto a la memoria por la entrevista que los periodistas Luis Prados y Salvador Camarena de El País publicaron en la edición del sábado pasado, en la que Felipe Calderón afirma que no tiene temor de ser llevado al tribunal de La Haya. La entrevista no tiene desperdicio y su contenido merece consideración aparte.

Pero el domingo, justo cuando en México la sociedad civil –campesinos, obreros, organizaciones sindicales y gremiales, estudiantes, maestros– integraban un frente para acuerpar la búsqueda jurídica por la invalidez de la elección presidencial en el significativo San Salvador Atenco, escenario de la represión ordenada por Peña Nieto y símbolo de su estilo de gobernar, el periódico El País dedicó su editorial a calificar la resistencia a la imposición encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

Colonialistas sin pudor, como suelen ser banqueros y nuevos empresarios españoles en este país, califican a López Obrador de ser un lastre y de mal perdedor. Insidioso, el diario parece dirigirse a esa clase media semidesparasitada y con pretensiones intelectuales que regateaban su apoyo a López Obrador y deslizan que parece llegado el momento de preguntarse si conviene tener como líder a “un hombre dos veces derrotado” cuando desde hace seis años es ésa, precisamente, la causa del descontento: que López Obrador ganó pese a la inducción masiva del miedo entonces y, ahora, a la compra de millones votos en las vastas zonas de pobreza extrema en el país, además de las sofisticadas formas de financiación paralela.
Lo que explica entre otras cosas la absurda por atípica afluencia de hasta 80 por ciento de votación efectiva en zonas campesinas marginadas a lo largo y ancho del territorio. Alevoso, el diario español cuestiona en su editorial que López Obrador no haya impugnado también las elecciones para el Congreso. La respuesta es simple, porque la operación fraudulenta se concentró únicamente en la elección para la presidencia. El voto diferenciado y un Congreso dividido es manejable en los sustantivo mientras exista la simbiosis PRI-AN.
Cuando se habla de oligocracia pareciera que se alude a una abstracción. Es equivocado. El grupo Prisa y sus muy fuertes intereses en la edición de libros de texto; la banca española en México que con altísimas tasas de interés son la fuente principal de ganancias de sus matrices en España; la empresa Preneal generadora española de energía eólica en Oaxaca y que vende casualmente electricidad al grupo SORIANA.

Grandes empresas como Iberdrola, Gamesa y Acciona también generadores españoles de electricidad eólica con millonarias inversiones en el país; la automotriz Seat, filial ibérica de Volkswagen. Solamente entre Argentina, Brasil, Chile y México las empresas españolas suman 80 mil millones de dólares en inversiones. Punto menos que 90 por ciento de lo invertido en el continente. El 60 por ciento de esa cantidad está concentrada en servicios financieros (banca), telecomunicaciones y energía.

Es en los últimos 20 años que llegaron los grandes corporativos españoles. Destacan Gas Natural, Movistar, Seat, Iberdrola (energía eólica), BBVA Bancomer y Santander.

La dimensión de los intereses de los capitales ibéricos en México es descomunal. Basta decir que México es la principal fuente de ganancias de las instituciones bancarias españolas, ganancias que varias veces mayores a las que obtienen en su país sede; 50 mil millones de pesos en 2011. “¡Viva México!”, cabeceó hace poco el diario español Cinco Días especializado en finanzas por el desempeño del “buen negocio” que ha representado la banca mexicana para la ahora depauperada banca hispana que, por lo demás, también está amenazada por los papeles financieros colocados en la Comunidad Europea.

Además de la Televisa de Azcárraga y su socia por la mitad del día TV Azteca de Salinas Pliego, los panaderos conspiradores Sertvije y demás oligarcas aborígenes, están los intereses de las empresas ibéricas, las mineras canadienses, petroleras y gaseras norteamericanas a los que el gobierno de Felipe Calderón ha enajenado el país. LA JORNADA (VERACRUZ).

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