GINO RAÚL DE GASPERÍN GASPERÍN - VIERNES, AGOSTO 10, 2012. LA JORNADA (VERACRUZ)
Leo
en un correo algunos de los reajustes que el nuevo presidente
socialista de Francia ha hecho en escasos dos meses para obtener más
recursos económicos y destinarlos a la ciencia, la cultura y la
investigación en su país.
Francia no es un país con problemas
económicos y, junto con Alemania, representan la mancuerna dorada que
está salvando a la eurozona de una quiebra y de un fracaso que sumiría
al mundo en una crisis sin precedentes. Van unos datos tomados con las
debidas reservas de ese correo recibido:
1) Subastó todos los
autos oficiales y los “vehículos de empresa” y cada funcionario viaja en
su auto propio: unos 5 mil 700 millones de pesos ahorrados y, para
estos días, está creando 175 institutos de investigación y contratando a
2 mil 560 jóvenes científicos desempleados.
2) Redujo en 25 por
ciento los sueldos de los funcionarios públicos, 32 por ciento a
diputados y 40 por ciento a funcionarios estatales de alto nivel.
3)
Eliminó los cuantiosos subsidios oficiales a las iglesias: ahorro de 38
millones de pesos. Creará 4 mil 500 jardines de niños y 3 mil 700
primarias.
4) 75 por ciento de aumento a los impuestos a los
ricos que ganan más de 5 millones de euros al año. Con ese dinero
contrató a casi 6 mil licenciados (¡no abogados!), que estaban
desempleados, como maestros de primaria.
5) Cero impuestos a quien abra una librería y contrate a dos desempleados.
6) Cero subsidio a revistas, periódicos y fundaciones sospechosas.
Como
se ve, el presidente francés no es ni un demagogo ni un estúpido
ignorante que no sabe lo que es tener en sus manos el poder de guiar o
derrumbar una nación. Lo vi en los actos conmemorativos de la Revolución
Francesa: sin darse aires de grandeza y sin asumir actitudes de marajá,
saludó a la gente, se fotografió con quien quiso, firmó autógrafos y
fue a atender a un paracaidista que sufrió una lesión al caer justo
enfrente del presídium oficial. Pero más allá de estos actos, que bien
pueden ser hechos con sencillez o con demagogia, lo importante es la
concepción que un gobernante tiene de lo que urge a su país: cultura,
ciencia, educación, tecnología. Y no hablamos de un país sumido en la
selva ecuatoriana ni en
la sabana africana. Hablamos de un país
con una de las economías más fuertes del mundo, con una cultura, una
educación, una mentalidad, un respeto al orden y a las leyes, que
envidiamos sinceramente.
El presidente francés está a años luz
de nosotros. Si nos lo prestaran un mes, al menos, quizá nos
sacudiríamos a una sarta de funcionarios políticos y educativos que no
saben ni dónde tienen la cabeza. Por ejemplo, me imagino que sacudiría
esas instituciones destinadas al otorgamiento de becas, como el Conacyt,
que están regenteadas por políticos y al servicio de los políticos. A
ellos, la inteligencia mexicana les importa un bledo. Otorgan y niegan
becas con criterios oscuros y tontos. Por ejemplo: califican a un
solicitante por la pertinencia de la carrera y la calidad de la
institución en donde cursó sus estudios.
Como si el alumno fuera
responsable de la mediocridad de su institución, y más en el caso de
las universidades públicas. Por ejemplo, un solicitante de beca de la UV
está materialmente perdido: su carrera merece 2 o 3, y con esto ya lo
partieron por mitad. Otro criterio, digamos eufemísticamente,
inapropiado, es no conceder una beca para estudios en el extranjero si
esa carrera o especialidad la ofrece alguna universidad del propio país,
aunque sea una universidad patito, refundida en lo intrincado de un
cerro o a mitad del desierto o en una ciudad arrasada por la violencia.
O ahí está la Universidad Popular o el Instituto Clavijero. Y no
hay becas para licenciaturas, dos o tres para maestrías y un escuálido
número para doctorados. Y rómpete el alma estudiando, y llena
formularios, y pide cartas de apoyo y referencias y avales, y saca el
pasaporte, y compra la visa, y paga el Toefl y comprueba que tus padres
no tienen los 20 o 30 mil pesos mensuales que te cuesta tu carrera, y
que de veras quieres a tu país y que en verdad regresarás a él para
recompensar lo que miserablemente te dio.
A esas instituciones,
incluyendo a las mismas universidades, les vale un comino la
inteligencia mexicana y los ideales generosos y altruistas de sus
jóvenes. Les cierran las puertas y les rompen sus sueños. Las becas son
para los “niños bien” del Tec, para los hijos de senadores, diputados,
gobernadores y demás, que quieren ir a “estudiar el idioma” a Francia o a
Rusia o a Singapur, para los periodistas venales, para los “operadores
electorales”, para quienes pegaron carteles y repartieron tarjetas de
supermercados en la campaña, para los “porros”, para quienes votaron
para tu reelección como rector, para quienes firmaron la adhesión a tu
“magno proyecto universitario”, para quienes vaciaron la bodega de
propaganda política, etcétera, etcétera.
Y sin remedio y sin
futuro. Francia tiene un gobernante visionario, nosotros tenemos
gobiernos que niegan recursos a los jóvenes mexicanos que ahora deben
gritar en las calles su disconformidad o llorar en silencio su rabia y
sus sueños hechos pedazos.
*Academia Mexicana de la Educación
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