martes, 14 de agosto de 2012

Entre la autocrítica light, las cifras y la responsabilidad criminal


LEOPOLDO GAVITO NANSON - MIÉRCOLES, AGOSTO 08, 2012

Fiel a sí mismo, Felipe Calderón –que un día antes había insinuado en Twitter que no asistiría a las plenarias de los diputados electos del PAN– se apersonó sin más y por sorpresa la noche del lunes en Querétaro. Lo que ahí dijo no tiene desperdicio, por si hiciera falta lo retrata otra vez en toda la dimensión de un perfil lleno de dobleces e incapacidades.

Empezó por deslindarse de toda responsabilidad de la caída vertical de su partido, los peores resultados desde las elecciones de 1984. Parte de la responsabilidad se la endilgó a la campaña de Vázquez Mota que al subrayar la idea de “diferente” podría haber creado confusión en el electorado. Y receta que debió haberse pensado en algo parecido a lo que hace Obama, que subraya el “hacia adelante”.

Luego en un despliegue de forzada racionalización que pretende disimular la magnitud de la frustración y el trauma. A toro pasado prescribe que cuando se es gobierno no se subrayan las diferencias, sino que no “queda más que” el de la continuidad. Como si la oferta de la sangría, el desempleo, la enajenación del país y la incapacidad sistémica permanentemente probada pudieran ser un atractivo para el electorado o, por lo menos, para la construcción racional de una oferta política.

Sin ambigüedades culpó directamente a la campaña de Vázquez Mota de la derrota y luego repartió responsabilidades en donde incluyó la suya propia. Su presencia parece obedecer a la intención de no darse por muerto, a la construcción de una suerte de MAXIMATO partidario donde pueda meter las narices desde un exilio cercano, si es que la Universidad de Texas lo acoge una vez que han declinado varias de la Ivy League.

Inacabable, Calderón es capaz de ver y cacarear logros de su gobierno. Incluso no tiene empacho en afirmar que, después de su gobierno, México es un país más moderno y más seguro. Hace unos cuantos días en Ensenada dijo que durante su campaña por esa ciudad los empresarios se quejaban de la inseguridad, las extorsiones y los secuestros y porque nadie les hacía caso. Este gobierno ha mantenido en estado de sitio a ciudades como Tijuana y Ensenada, ha mantenido al Ejército y a la Policía Federal en las calles, los ha llevado, traído, cambiado y alternado, pero siguen como ciudades a merced de las bandas a sueldo del crimen organizado.

En algún momento evocó el inicio de su gobierno cuando la delincuencia había amenazado con matar dos policías por semana, pero que decidió continuar con lo que llamó su estrategia. Bien, si como dice Calderón se hubiera concretado el asesinato de dos policías por semana, un cálculo mezquino y lineal llevaría a sumar 104 policías al año, que terminarían por sumar 624 en todo el gobierno.

Calderón entonces decidió enfrentar al crimen. No podía hacer otra cosa, el problema no es ése, sino la forma de hacerlo. Trocó entonces una amenaza por la realidad de una aproximación fallida y fundamentalmente estúpida. Así, al final de su delirante gobierno suman ahora algo más de 71 mil asesinatos relacionados con su forma de aproximación al problema. Sólo en el primer año de gobierno hubo 2 mil 826 asesinatos, cuatro y media veces más que el número total de la amenaza del crimen organizado. No para ahí, el año siguiente la cifra subió a 6 mil 832, dos y media veces más que el año anterior. En 2009 sumaron 11 mil 753, casi el doble que en 2008. En 2010, 19 mil 546; en 2011 24 mil 68 y, hasta el 30 de abril de 2012, 6 mil 774.

Si esto fuera insuficiente, Felipe Calderón ha ocultado información sobre los errores y disfunciones de su política de seguridad que no podrá abrirse antes del año 2023.

De hecho las decisiones de Felipe Calderón han sido tan calamitosas que la cifra oficial de muertos dada por su gobierno fue desechada por los procuradores del país y por la propia Procuraduría General de la República, que consideran que tales números son erróneos, los datos imprecisos y violatorias de los derechos humanos de los asesinados por el crimen. Esto sucedió en mayo, es un punto sustantivo que tendrá que considerar la Corte Penal Internacional en el caso que arma contra el Presidente.LA JORNADA (VERACRUZ).

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