GINO RAÚL DE GASPERÍN GASPERÍN - SÁBADO, AGOSTO 06, 2011. LA JORNADA (VERACRUZ)
Hace
algunos años escribí un artículo en el que sostenía –contra viento y
marea, para emplear ese hermoso refrán– que de ninguna manera debe
afirmarse que el sistema educativo mexicano es un fracaso sino
exactamente todo lo contrario: para mí es un rotundo éxito, está
perfectamente diseñado, da extraordinarios frutos y solamente a los
utopistas se les ocurre que debe ser modificado por “algo mejor”.
Claro
que más de uno sospechó de mí y pensó que yo justificaba al sistema
porque ya me habían llegado a ese precio que, sostienen los
hiperrealistas o cínicos, todos tenemos y, más todavía, como dice otro
refrán, los “incorruptibles”. (A propósito de esa corruptibilidad, un
eminente cura me platicó que un día un señor se le acercó y le dijo:
“oiga, padre, ¿de verdad es usted honrado?” Y él le contestó: “Mira,
hijo, digamos que sí, soy honrado; pero sólo honrado, porque
honrado-honrado…”)
Para afirmar que el sistema educativo es perfecto, simplemente me baso en los resultados:
1)
Nuestro país tiene un enorme índice de analfabetas: más de 6 millones
de personas. Esta es una reserva infalible a la hora de las elecciones y
garantizan muchos votos. Veracruz destaca en ese rubro, junto con
Ciudad Nezahualcóyotl (Distrito Federal), Oaxaca, Chiapas, Tabasco, etc.
2) Más de 34 millones de mexicanos tiene “rezago educativo”, y
sus votos representan el definitivo éxito en cualquier elección
debidamente “planeada” y “organizada”… ¿Sabe usted lo que esto
significa? Por supuesto que sí.
3) Los maestros –mayoritariamente
normalistas, y más los rurales– ejercen un liderazgo social y un
activismo político que es necesario “organizar”, “conducir”, “orientar” a
fin de que contribuyan “en la construcción del orden y la estabilidad
política de la sociedad (...) El servicio educativo fue (es) utilizado
por el Estado y por el partido oficial como ‘mercancía intercambiable
por lealtad política” (Gilberto Guevara Niebla: Nexos 401, Mayo 2011), y
para ello se les asoció a un sindicato liderado por X que garantizó,
además del efecto estabilizador, otro buen rimero de votos para el
sistema: los propios y los inducidos por ellos. A cambio, plaza
garantizada de por vida y carguitos públicos, e impunidad para la tal X.
El resultado fue positivo para el sistema y a las pruebas me remito.
4)
El sistema educativo nacional es “aséptico”, no se inspira en ningún
sistema extranacional, “carece de orientación pedagógica específica y
explícita” (Guevara, ibid.), pues “los mexicanos no tenemos que copiar a
nadie ni importar ideologías extrañas a nuestra idiosincrasia”, etc.,
etc., retórica que escuchamos en cualquier reunión de maestros. ¿En qué
se inspira, entonces? ¡Pues en nuestro y sólo nuestro glorioso artículo 3
y punto!, que a la letra dice: la educación “luchará contra la
ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los
prejuicios (...) Evitando los privilegios de razas, de religión, de
grupos, de sexos o de individuos”. Claro, servidumbres, fanatismos,
prejuicios y privilegios “extranjeros”, porque tenemos los propios y con
ellos nos basta y estamos sacios. Y por esos mismos rumbos se
establece, y los niños aprenden y repiten so riesgo de reprobar, que
nuestro país es “republicano, representativo, democrático y federal”;
que tiene tres poderes “autónomos”: ejecutivo, legislativo y judicial;
que los gobiernos estatales y municipales son libres, que los diputados y
senadores son “representantes populares”, que son semidioses y que
pueden decidir sin consultar a ningún paisano, pues desde el momento en
que los eligieron, son ya voz y voluntad nuestras per secula, según dijo
un funcionario del estado. Todo esto garantizado por el sistema
educativo que reproduce perfectamente el modelo.
5) Y remato con
unos datos obtenidos de la Encuesta Nacional sobre Creencias, Actitudes y
Valores entre Maestros y Padres de Familia (Nexos 401): el 54 por
ciento de los padres de familia dicen estar total o bastante satisfechos
con la educación que reciben sus hijos… ¡En serio, eso dijeron! En
cuanto a los maestros, el 36 por ciento dice que, si hay deficiencia, se
debe a “la apatía e indiferencia” de los papás, el 47 por ciento dice
que su sindicato está muy bien, bien o, al menos, regular, y el 27 por
ciento dice que su líder está manejando regular, bien o muy bien los
asuntos de la educación en el país…
Y el sistema sigue
triunfante, reproduciéndose como conejo en primavera. Ahora, ¿está usted
de acuerdo conmigo en que el sistema educativo nuestro es perfecto o
todavía lo duda? Porque hay más datos. LA JORNADA (VERACRUZ).
*Academia Mexicana de la Educación
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