Muere Santiago Carrillo en España
El
histórico dirigente del Partido Comunista ha fallecido esta tarde en
Madrid a los 97 años
En
los últimos meses, su salud se había resentido y en julio fue
ingresado en el hospital
Santiago Carrillo
muestra su carné de militante del Partido Comunista de España (PCE)
en Madrid, en una rueda de prensa clandestina en 1976. / MARISA
FLÓREZ
El histórico
dirigente del Partido Comunista Santiago
Carrillo ha muerto hoy en Madrid a los 97 años. La muerte le
sobrevino en su domicilio, durante la siesta y sus restos mortales
serán trasladados mañana a la capilla ardiente, que se abrirá a
las nueve de la mañana en el auditorio Marcelino Camacho, la sede de
CC OO. El jueves será incinerado en la Almudena. La salud del
exdirigente comunista se había resentido en los últimos meses. El
pasado julio había
sido ingresado en el hospital madrileño Gregorio Marañón por
un problema de riego sanguíneo, aunque recibió en breve el alta
hospitalaria.
Revolucionario
durante su juventud de militante socialista, secretario general del
Partido
Comunista de España (PCE) desde 1960 a 1982 y uno de los
protagonistas de la Transición, la biografía de Santiago Carrillo
ha recorrido casi un siglo de grandes acontecimientos de la historia
de España. La revolución de 1934, la Guerra Civil, un largo exilio,
la evolución del estalinismo al “eurocomunismo”. Carrillo
dimitió como secretario general del PCE después de 22 años, una
vez confirmado que su partido había sido relegado definitivamente
por el PSOE en la confianza electoral de la izquierda. Fue excluido
del PCE en 1985 y desde entonces se limitó prácticamente a ser un
observador, a través de libros, artículos periodísticos e
intervenciones radiadas, hasta su fallecimiento este martes.
Carrillo era un
adolescente cuando inició su fuerte compromiso con la política. Con
19 años de edad ya era secretario general de las Juventudes
Socialistas, y en abril de 1934 se integró en el comité que intentó
preparar la insurrección de octubre frente a la derecha republicana
en el poder. Ese comité, que se miraba en el espejo de los
bolcheviques, estaba apoyado por el sector radical del PSOE, seguidor
de Francisco Largo Caballero, y en un primer momento también por el
más pragmático Indalecio Prieto, frente al ala más moderada de
Julián Besteiro.
Carrillo y el 23-F
La insurrección se
limitó finalmente a Asturias y fracasó en el resto de España.
Carrillo fue encarcelado junto con los demás miembros del comité
revolucionario. “A estas alturas yo estaba plenamente ganado para
las ideas leninistas sobre el Partido y la Revolución”, ha dejado
escrito, “pero empeñado a la vez en que el partido en el que yo
había nacido y comenzaba a actuar, el PSOE, y sus Juventudes fueran
quienes asumieran el papel de protagonistas de la revolución”,
porque el PCE era por entonces un grupo muy pequeño. Salió de
prisión el 17 de febrero de 1936, al día siguiente del triunfo
electoral del Frente Popular, cuando quedaban solo cuatro meses para
la rebelión militar que dio origen a la Guerra Civil. Fue el periodo
en que Carrillo, deslumbrado por aquel Moscú al que se veía como la
meca del proletariado, se dedicó a la unificación de las Juventudes
socialistas y comunistas, pero con la vista puesta en la
Internacional Comunista.
Carrillo y los suyos
no tenían “ni idea” del alcance de la rebelión militar del
17-18 de julio de 1936, según confesión propia. A principios de
septiembre se formó el Gobierno de Largo Caballero que, el 6 de
noviembre, con las tropas sublevadas de Franco a las puertas de
Madrid, se marchó a Valencia y dejó al general Miaja como jefe de
una Junta de Defensa de la capital integrada por partidos políticos
y organizaciones sociales. Ese mismo día, Carrillo se afilió al PCE
y se integró en la junta con el cargo de comisario de Orden Público,
enfrentado a problemas como la “quinta columna” –anunciada por
uno de los sublevados, el general Mola-, los miles de milicianos
armados que pululaban por la capital y 2.000 militares profesionales
encarcelados desde los primeros días de la rebelión.
Cuando la vanguardia
franquista llegó a 200 metros de la cárcel Modelo, la junta decidió
sacar de ella a todos los militares presos. Un convoy de autocares
les trasladó fuera de Madrid y fueron asesinados en Paracuellos del
Jarama. En días posteriores hubo otras sacas de presos, fusilados a
su vez en Torrejón de Ardoz. A posteriori, el régimen franquista
hizo responsable de estos hechos a Carrillo, que en vida nunca dio
demasiadas explicaciones de este grave episodio, limitándose
a negar su responsabilidad en matanzas que atribuyó a “grupos
incontrolados”. Reconoció no haber intentado tampoco ninguna
indagación, argumentando que los agobiantes problemas de la defensa
de la capital “nos tenían cogidos por el cuello a todos”, según
ha dejado escrito en sus memorias. “No trato de justificarme ni de
buscar atenuantes. En noviembre de 1936 yo, Miaja Y toda la Junta de
Defensa nos encontramos en medio de una situación difícilmente
controlable y no conseguimos controlarla en muchos aspectos”.
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