jueves, 6 de septiembre de 2012

La Universidad Veracruzana frente a sí misma. El espejo de la verdad


MANUEL MARTÍNEZ MORALES - MIÉRCOLES, SEPTIEMBRE 05, 2012. LA JORNADA (VERACRUZ).

Por muchas razones, la universidad pública es una institución central en la vida de todo país contemporáneo. De ahí la importancia de que le sea necesario mantenerse en constante evolución para estar en sincronía con el devenir social. Por una parte, requiere luchar permanentemente por mantener una autonomía efectiva frente al poder público y los llamados “poderes fácticos”. Y, por otro lado, los universitarios debemos hacer efectiva en la práctica, la realización de los objetivos que dan a aquélla su razón de ser; esto es,
consolidar sus funciones sustantivas en lo relativo a la docencia, la investigación y la socialización del conocimiento.

En este contexto, la universidad debe mantenerse siempre atenta al entorno social en sus respectivas dimensiones, económica, política y cultural, con el objeto de responder adecuadamente a las demandas que plantea la comunidad en que la institución se inscribe. A la vez, debe adaptar su quehacer interno, el propiamente educativo, no sólo a estas necesidades inmediatas del entorno, sino que también es su responsabilidad el plantear formas innovadoras de abordar la problemática presente en la realidad social.
Para poder conciliar armónicamente estos objetivos considero imprescindible, como punto de partida, que la universidad se conozca a sí misma. Con lo que quiero decir que la universidad mire hacia su interior para conocer sus fortalezas y debilidades en todo momento y, a partir de ahí, haga los ajustes necesarios para cumplir cabalmente con su auténtica función, y no sea empujada desde fuera por quienes tienen interés en que la institución trabaje a su favor, sobre todo los encumbrados políticos quienes siempre han visto a la universidad pública ya como botín, ya como trampolín político o, simplemente, como refugio en caso de desempleo temporal.

Que la universidad se estudie a sí misma, no se reduce solamente al cálculo de parámetros cuantitativos, ni a la satisfacción de normas y estándares impuestos generalmente por burocracias casi siempre ajenas a la problemática real asociada al trabajo en el aula o el laboratorio. Se debe intentar desentrañar su estructura real, no sólo en cuanto al clásico organigrama, sino tratando de descubrir la forma en que se constituyen, articulan y operan los verdaderos grupos de poder al interior de la universidad, ya sea en el área administrativa, en la académica o en la sindical.

Desde luego que no es un punto menor el establecer mecanismos de autoevaluación en los distintos niveles universitarios con la participación directa de los sujetos directamente involucrados en los procesos de enseñanza-aprendizaje, la investigación y la difusión de la cultura.

Éstos serían sólo dos posibles temas relevantes para realmente conocer nuestra universidad.
Después de que hace casi 25 años se realizó un primer ejercicio en esta dirección (la elaboración concienzuda de un estudio diagnóstico sobre la Universidad Veracruzana), nunca más –que yo sepa– se ha intentado caminar en esta dirección.

Considero llegado el momento que la Universidad Veracruzana haga suyo un proyecto que conduzca a su autoconocimiento. La idea no es nueva, en varias universidades del país se cuenta con centros dedicados a esta tarea; en particular la UNAM cuenta con el Centro de Estudios sobre la Universidad (Cesu) cuyo objetivo es precisamente estudiar diversos aspectos del quehacer universitario hacia el interior de la institución o, en otras palabras, la propia universidad se vuelve objeto de investigación con el propósito de realimentar a las instancias que toman las decisiones. Y que no vengan con el cuento de que como son investigadores de la misma institución quienes realizan estos estudios, éstos podrían estar sesgados. La Universidad Nacional y la Universidad Veracruzana, digo yo, cuentan entre sus académicos con
investigadores de la más alta solvencia intelectual –garantizada por la solvencia de la propia institución– que previene contra estos presuntos sesgos.

¿Cuál ha sido uno de los obstáculos para que este tipo de estudios no se realicen en forma sistemática, y adoptados institucionalmente en la Universidad Veracruzana? Puedo suponer, con conocimiento de causa, que generalmente se debe al temor de las autoridades a que los resultados de dichas indagaciones puedan emplearse en su contra, particularmente si se hacen resaltar sesgadamente aquellos resultados considerados como “negativos”.

Por ejemplo, aquel diagnóstico realizado creo que en el año 1984 nunca fue dado a conocer públicamente ni siquiera entre la comunidad universitaria; se hizo del conocimiento del Consejo Universitario y se entregó un ejemplar a cada consejero; los otros cientos (¿o miles?) de ejemplares desaparecieron misteriosamente.
Hasta la fecha no he podido localizar un solo ejemplar de aquel estudio. Se dijo por ahí que la causa fue que la autoridad universitaria de aquel entonces no quería que se conocieran algunos aspectos que –de acuerdo al diagnóstico (por cierto elaborado con toda objetividad)– revelaban deficiencias.

En este sentido creo que la Universidad Veracruzana debe asumir seriamente el reto de autoconocerse mediante la realización sistemática de investigaciones sobre su propio quehacer. Y propongo que no es necesario crear un ente burocrático más (un Centro como el Cesu por ejemplo), sino que podría partirse –si existe la voluntad de hacerlo– de la conformación de un centro de investigación “virtual”, que agrupe virtualmente (valga la redundancia) a un conjunto de académicos dispuestos a realizar la tarea, sin necesidad de que abandonen la dependencia académica a la que están adscritos.

Este centro virtual tendría una gran flexibilidad en su conformación y podría a integrar especialistas de distintas áreas según fuese requerido, aprovechando la infraestructura de las dependencias ya existentes para el desarrollo de sus actividades. En otras palabras requeriría una inversión mínima, pero eso sí, sería necesario un decidido apoyo institucional para lograr su cometido.

Esta idea la hemos compartido y comentado con compañeros universitarios y casi siempre hemos coincidido en la necesidad de que la Universidad Veracruzana realice este ejercicio de autoconocimiento.

Estoy seguro que los resultados de indagar nosotros mismos sobre el quehacer universitario nos brindará elementos para dar vigencia a la autonomía y plantear reformas académicas, de gobierno y administrativas (¿por qué no?) que no surjan de la ocurrencia de algún burócrata, sino que se deriven de los resultados proporcionados por diagnósticos precisos, basados a su vez en investigaciones concienzudas realizadas por nuestros propios compañeros, para así avanzar en la dirección de una auténtica superación académica. La jornada (Veracruz).

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