lunes, 17 de septiembre de 2012

La reestructuración de la izquierda mexicana en el 2012/2013



JUAN RIVAS - MIÉRCOLES, SEPTIEMBRE 12, 2012. LA JORNADA (VERACRUZ).

Tras la consumación de la llamada Revolución Mexicana, el Partido Revolucionario Institucional, en aquel momento Partido Nacional Revolucionario, se consolidó como el heredero de la misma. Un Partido Político de corte social demócrata –hijo de una guerra civil que costo alrededor de un millón de muertos–, que mantuvo el poder de manera ininterrumpida y hegemónica, para algunos dictatorial, por más de siete décadas.

Este partido mantiene hasta la fecha, dentro de su declaración de principios, la misma línea ideológica, la de un partido de centro izquierda, con la que gobernó al menos sus primeros cincuenta años en el poder.

En la década de los ochentas, existía en nuestro país un partido de oposición de derecha, con relativa fuerza, el Partido Acción Nacional. Existía también una oposición pluripartidista que constituía una incipiente izquierda, alguno socialdemócrata, otros más de corte socialista, e incluso alguno comunista, pero que no significaban una verdadera fuerza electoral. La única opción de izquierda, aun que moderada, era hasta ese momento, el PRI.

Siendo Presidente de la República Miguel de la Madrid, egresado de la UNAM, pero también de una maestría en Administración pública en Harvard, y con ideas de corte neoliberal, las políticas aplicadas por el gobierno fueron en realidad, de derecha. A raíz de esto, y de la inminente postulación del doctor Carlos Salinas de Gortari como candidato a la Presidencia de la Republica por el PRI, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, acompañado de otros priístas, como Porfirio Muñoz Ledo, conformaron la “Corriente democrática”, argumentando que el partido en cuestión debía volver al nacionalismo revolucionario.

Esta corriente paso de la crítica a la disidencia, escindiéndose del PRI, para conformar el Frente 
Democrático Nacional, que consiguió agrupar dentro de sí, al Partido Popular Socialista; al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana –ambos habían postulado, junto con el PRI, seis años atrás al candidato De la Madrid– al Partido Socialdemócrata; al Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional; y al Partido Mexicano Socialista, mismo que había postulado a Heberto Castillo, quien declino un mes antes de las elecciones en favor del candidato de dicho Frente.

Posterior a la controvertida elección de 1988, tras la que fue proclamado vencedor el doctor Salinas de Gortari, gran parte de las fuerzas que habían conformado el entonces Frente Democrático Nacional, hicieron un llamado a la sociedad para unirse en la creación de un nuevo partido, el Partido de la Revolución Democrática, que tendría como presidente a su líder moral, el Ingeniero Cárdenas. Desde el momento de su creación, y durante la década de los noventas, la fuerza del partido amarillo fue incrementando. Sin embargo, la gran votación obtenida por el ingeniero Cárdenas en 1988 –más del 30 por ciento– no se repitió. Y aunque en las elecciones de 1994 y del 2000 solo consiguió cerca del 17 por ciento de los votos, México estaba ante el primer partido de oposición con orientación ideológica de izquierda que representaba una verdadera fuerza electoral.

Para la elección de 1994, cinco pequeños partidos de izquierda consiguieron su registro, pero a ella solo sobrevivió el Partido del Trabajo. En la del 2000 fueron siete los que participaron, a esta subsistió el Partido Convergencia por la Democracia, el ya citado Partido del Trabajo y, el Partido de la Revolución Democrática, partidos que en 2012, cumplieron ya tres elecciones presidenciales en coalición consolidándose como “la alternativa de izquierda”, aunque el primero, modificó su nombre para la elección de 2012 a Movimiento Ciudadano. Han conseguido incluso, ocupar el segundo lugar de los resultados electorales en las últimas dos elecciones, de la mano de su dos veces candidato Andrés Manuel López Obrador.

La presente columna se intitula “La restructuración de la izquierda”, puesto que, como hemos sostenido, en la historia de nuestro país, además del PRI y el PRD, hasta ahora sólo han existido pequeños partidos que desaparecen con la misma facilidad con la que son creados, o micro partidos comparsa que han logrado subsistir gracias a sus alianzas con el segundo.

El Partido de la Revolución Democrática surgió de la crisis postelectoral de 1988, de la mano de su líder, el Ingeniero Cárdenas, quien tras tres elecciones presidenciales, se vio obligado a dar paso a un nuevo líder, Andrés Manuel López Obrador, quien en días pasados anunció su separación de los partidos que lo postularon, y la “probable” creación de un nuevo partido político, con la estructura de MORENA (Movimiento Regeneración Nacional) organización que él mismo encabeza.

Estamos ante una restructuración de la izquierda, porque para la creación de esta nueva fuerza política, es necesario el paso buena parte de los militantes del PRD a este nuevo partido –como en su momento lo hicieran militantes del PRI al PRD– y quizá, la desaparición del Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), para sumarse a las filas morenas, y de paso permitir el retiro elegante de su fundador Dante Delgado Rannauro.

De darse este supuesto, estaríamos ante la conformación del primer partido que competiría con el 
PRD, como partido opositor de izquierda. El futuro del PT es incierto, puede, ya debilitado por la merma que el partido emergente le produzca, sumarse a uno o al otro de los subsistentes, quizá dividirse, o incluso mantenerse de pie, fungiendo como siempre, de comparsa.

Lo que resulta interesante es cuáles serán las consecuencias de esto. ¿Permitirá contar con dos opciones de izquierda? ¿Se unirán en vísperas de cada elección para “fortalecerse”? o acaso ¿será el fin de estos partidos y por consiguiente el principio de un sistema bipartidista en nuestro país? Sólo el tiempo lo dirá.LA JORNADA (VERACRUZ).

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