lunes, 1 de octubre de 2012

Para hablar de pobreza en la sierra hay que vivirla: párroco Lidio Limón


FERNANDO INÉS CARMONA - DOMINGO, SEPTIEMBRE 30, 2012. LA JORNADA (VERACRUZ).

Orizaba, Ver.- Los 30 años de programas neoliberales de combate a la pobreza indígena fracasaron. Los índices de miseria crecieron en vez de disminuir. Lo peor es que los proyectos productivos “están abandonados” y el dinero “se utilizó para lo que se pudo”. La carencia de líneas de seguimiento influyó en su revés. En contraparte, la migración, en especial a los Estados Unidos, enriquece la vida en la sierra “pero a costa de la desintegración familiar”.

El sacerdote Lidio Limón, párroco de la iglesia de Santiago Apóstol, en el municipio de Tehuipango, puntualiza: “para hablar de la pobreza en la sierra, hay que vivirla, porque no es lo mismo verla y hablar de ella, desde la ciudad, a vivir todos los días las condiciones en las que están las miles de familias indígenas”.

Entrevistado en esta ciudad, reflexiona sobre los resultados de 30 años de aplicación de programas de subsidio a la pobreza, “la cual no ha disminuido”, y reclama: “no entiendo para qué sirven (los programas asistencialistas) porque la situación (de pobreza) sigue siendo la misma. En ocho años yo he sido testigo de una cantidad enorme de proyectos productivos que se han enviado a la sierra; no queda nada. No se aprovechan porque no se les da seguimiento, entonces viene el fracaso. La gente sólo usa los proyectos para lo que pueden, porque no hay ningún seguimiento, ninguna proyección y ahí se quedan”.

Este panorama, acusa, hace que los índices de pobreza no disminuyan en absoluto: “sigue siendo la misma situación de pobreza”.

Ataviado a la usanza de los pueblos indígenas, Lidio Limón, acusado recientemente de haber dañado presuntos vestigios arqueológicos en aquel municipio, precisa que si bien algunas familias de la sierra viven mejor que otras, “no es por los programas de ayuda sino porque muchos de sus familiares emigraron y por eso sobresalen”.

“Si bien en algunos lugares hay mejor infraestructura, por ejemplo en habitación, es por la gente que anda en los Estados Unidos y manda su dinero a costa de la desintegración familiar”.

La marginación es tremenda, lamenta y a la vez expone otro ejemplo de la situación a la que se 
enfrentan las familias indígenas: “de Jalapilla (congregación del municipio de Rafael Delgado y que marca el inicio de la sierra de Zongolica) para allá vemos el cambio. Tenemos caminos pésimos, hay derrumbes en las carreteras que tiene ocho años de estar ahí aun y cuando hemos pedido que se nos ayude a repararlos, no han sido arreglados”.

En el años 2006, rememora, que fue el presidente Vicente Fox a la sierra, se hizo el compromiso de comunicar a Tehuipango con Zongolica (cabecera distrital) pero los tramos siguen sin comunicarse”.
Otro ejemplo es “la alfabetización, llegó a los principios de la década de los 70, fue cuando empezaron estos trabajos. En el sexenio de Fidel Herrera, y él preguntó a los indígenas que ahí estaban 'cuántos de ustedes saben leer y escribir?' y, de más de cien que había, cuando mucho 20 levantaron la mano, los demás no lo hicieron. Por eso pregunto dónde quedan todos los intentos por abatir la pobreza. Yo sigo preguntando eso, dónde están esos programas”.

Pero si el problema de pobreza es grave en las cabeceras municipales, en las comunidades, “es peor”, admite, toda vez que “ahí el problema es mucho más grave, en muchas de ellas tienen un rezago de 50 o 60 años. Ahí de plano no tienen nada”.

Como muestra, refiere: “para sacar a un enfermo de la comunidad de Aguacatla tienen que caminar hora y media cargando al enfermo. Ahí, hasta los mismos accesos vehiculares son pésimos, se arriesga la vida y la del enfermo. Así como ´wsta, hay muchas comunidades más”.
Otro de los factores que inciden en que no disminuyan los índices de pobreza, es la falta de capacidad de los alcaldes para la aplicación de normas correctas en la administración pública, sin embargo evita acusarlos de corrupción:

–¿Los alcaldes llegan a enriquecerse? –se le planteó.
–No sé.
–Pero usted ha vivido ocho años allá y conoce como trabajan los alcaldes.
–Creo que (la corrupción) es un mal en todos lados, no es nada más Tehuipango, es en todos lados. Hay muchos rezagos en todos los aspectos, (los indígenas) siguen siendo un pueblo marginado, que necesita que alguien los ayude, los únicos agentes de cambio deben ser ellos. La única revolución que puede salvar a México es una revolución intelectual, educacional, pero eso es lo más suprimido que tiene el gobierno”.

Por otro lado y tras plantearle la aspiración a que la Iglesia católica aspire a gobernar –constitucionalmente– el país, lo rechaza: “no es nuestra misión, no es nuestra vocación. Nosotros somos líderes sociales, indudablemente. La gente nos tiene confianza a pesar de tantos escándalos –pederastia, violaciones sexuales, homosexualidad–, hay mucha gente de buena voluntad, hay muchos curas que son muy buenos. No creo que esa sea la vocación. La Iglesia católica ha sido pionera en el reclamo de los derechos humanos, ahí tenemos a don Miguel Hidalgo. La Iglesia lo sabe hacer”.
La Iglesia católica, presume, “está en un lugar privilegiado para hacer política, pero yo creo que sí sería bueno tener más libertades”.
–¿libertad o fuero constitucional?
–No, libertad, pero nuestro trabajo es mucho, apenas si a veces podemos con lo que tenemos en la Iglesia, cuando uno se mete a trabajar de lleno como lo hacemos nosotros, es mucho trabajo. Nosotros (los sacerdotes) tenemos un lugar privilegiado para hablar por la gente, de luchar por los derechos humanos”.

“Los pueblos indígenas son lugares de mucha marginación. Hay muchos problemas, en educación, procuración de justicia, salud, en fin todo eso”, remata.

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