jueves, 14 de junio de 2012

Tecnócratas contra AMLO: más que nausea dan tristeza

Un articulo del actor y productor teatral Juan Carlos Bonet nos recuerda la ofensiva del gobierno federal contra AMLO por los recortes de 300 mil millones de pesos que éste aplicaría a la alta burocracia. La tecnocracia que controla México sigue autista, vengativa y rapaz en su paso por un poder que no quiere ver el desastre social que habita a sus pies. 



Más que náusea dan tristeza / Juan Carlos Bonet.



Insisten los tecnócratas con su evangelio de que la deuda genera crisis. Los coordinadores de campaña del PRI y del PAN, dos tecnócratas muy bien peinados, vociferan y claman la destrucción del país en caso de que la izquierda gobierne. Se escandalizan y sacan de proporción el endeudamiento del DF como si el dinero contratado hubiese ido a parar a manos privadas o a campañas electorales, como lo fue en Coahuila.

Todos los Itamitas y Chicago boys región IV, enarbolan su doctrina como única y universal panacea. Yo no veo que su disciplina fiscal haya sacado al país de la miseria. Al contrario, la ha profundizado. Hablan de economía y de finanzas públicas como si supieran. Si hubiese menos pobres y más producción, tendrían razón, pero no hay tal, ergo no tienen razón. Alguien habla de cortar los dispendios bananeros de los altos funcionarios -que llegan en nuestro qué herido México a niveles ofensivos, y ellos se escandalizan y patalean. Con una sonrisita de grosera suficiencia nos hablan como quien trata de reconducir a un niño malcriado y nos aleccionan como quien cree que los gobernados somos súbditos sin entendimiento. Una medida para paliar emergencias de productividad y empleo es la generación de deuda. Por ello está contemplado y hay regulaciones. Endeudarse para atender a la población en más alto riesgo de parálisis, para emprender proyectos productivos en los sectores más pobres, para financiar proyectos sociales culturales y educativos en zonas marginadas, es deseable y decente. Recortar gasto social para pagarle a los bancos privados y así ostentar el membrete de salud presupuestaria es inmoral y mezquino. Como mezquinos son los apóstoles de la tecnocracia.
¡No les salen las cuentas! De aritmética no saben mucho, pero de humanidades y ciencias sociales nada. Esta suficiencia provinciana, les cierra el camino. No conciben al otro, al sin tierra, al sin escuela, al sin futuro. Ni lo conciben ni les importa, porque crecieron en aulas oyendo peroraciones de otros como ellos, que entienden la polis como un mercado en el que todos, incluidos ellos, somos entes sin emociones ni hambre.
Cualquier programa social les da grima porque no entienden lo fundamental. Su sentido de la justicia social no existe porque el mercado debe regir incluso los veredictos. Suponen y creen que las sociedades “se van a hundir”, y no ven que ya pasamos la línea de flotación hace rato, ya se hundieron. Pero como su tintorería y su coche y sus datos macroeconómicos están a salvo, sus privilegios personales bien  resguardados por un régimen podrido, su ceguera académica no les permite ver el desastre.
Me dan alergia. Acuden a mesas de debate creyendo que hasta ahora todo ha ido bien, y que por tanto no hay razón para un golpe de timón. Se llama esquizofrenia. No se puede hacer política desde un coche blindado y con aire acondicionado. Eso está bien para un obeso empresario, no para un funcionario público de un país en el que hay 60 millones de pobres. No es decente señalar con dedo flamígero la “irresponsabilidad” presupuestaria cuando se lleva en la muñeca un reloj valuado en dólares. “Más que nausea dan tristeza”, citando a Aute.
Perdimos hace lustros en nuestra herida república el talante humano y decente y de servicio. Cuando se les pega un manotazo en la mesa, o ahora en las calles y plazas, se asustan como damas decimonónicas y acusan al indignado de rijoso;  cuando les pasa el pasmo, simulan la tolerancia y hablan de democracia, no sin un dejo de palidez y asombro en la mirada. Se asoman a la calle desde su TV de plasma y miran a la “muchedumbre” queriéndola reprender como si de chamacos malcriados y descarrilados se tratara.
La prole se deslinda de ellos. Nunca fueron cercanos ni entrañables. Ahora no sólo eso, son cínicos y engreídos.
Si las cifras macro van a sufrir, que sufran; que sean ellas y no los marginados, para que dejen de serlo. Si nos endeudamos con unos bancos gandayas, pues lo hacemos; si los agiotistas santanderinos y vizcaínos se enojan, pues que se enojen, ya en Europa los rescatarán. Por decencia elemental, no le escatimemos nunca más, a cada uno lo que le corresponde. Y que la tecnocracia, el Sr. Friedman y todos sus apóstoles se vayan a sus aulas. Los que guardaron muy bien nuestros ahorritos y los administraron como viuda anal retentiva, que se entiendan con sus pares, allá en su club de golf. En la calle, y en la silla, y en la tribuna yo quiero un líder como nosotros, como la mayoría. Más que por una persona, yo votaré por un proyecto en el que personajes como éstos ya no hablen tanto, ni decidan tanto.
No todos somos iguales, nosotros no robamos, no mentimos, no engañamos: AMLO

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