lunes, 17 de diciembre de 2012

¡PIEDAD, POR FAVOR, PIEDAD...SR. OBISPO DE ORIZABA!


Lunes, Diciembre 17, 2012. (EDITORIAL DE LA JORNADA VERACRUZ).

Dice el obispo de Orizaba que el padre Solalinde “exagera” cuando reclama a la Iglesia su desinterés por los migrantes y su sufrimiento. Dice también que la Iglesia sí hace
cosas y que ojalá pudieran hacer más. Sugiere el obispo con eso que la Iglesia católica está punto menos que en el límite de sus posibilidades de apoyo a los migrantes.

El obispo miente y además lo hace con cinismo. O con hipocresía, que no es lo mismo pero es igual.
La Iglesia católica es una de las instituciones más ricas del mundo, poseedora no sólo de riquezas artísticas e inmobiliarias de valor incalculable, sino de industrias, instituciones financieras, escuelas, hospitales. En suma, de una diversidad de negocios e industrias extraordinariamente variada. Empresas inmobiliarias lo mismo que empresas en la industria del plástico, del acero, tecnologías electrónicas, textiles, alimentaria. Difícilmente hay algún campo de la actividad económica en la que la Iglesia no tenga interés capital. Igual pasa con su posesión de tierras. Sólo en España posee más de 500 mil hectáreas de vocación agraria.

El Vaticano ocupa el primer o segundo lugar en acumulación de reservas de oro del mundo, que superan a las de varios bancos centrales europeos juntos. El Instituto para las Obras de Religión, mucho mejor conocido como Banco Vaticano, es la única institución económica vaticana que no es supervisada por la Prefectura de Asuntos Económicos. A riesgo de banalizar, el Banco Vaticano es punto menos que una suerte de caja chica del jefe del Estado Vaticano. Aún están frescos en la memoria los recuerdos del escándalo del banco Ambrosiano en los años 80. Banco del que el Vaticano era accionista importantísimo.

Pero la jerarquía de iglesia católica no rinde informes sobre su riqueza ni de los manejos que hace de ella. En el escándalo del Ambrosiano el Vaticano protegió pidió inmunidad diplomática para el cardenal estadounidense Paul Marcinkus, director del Banco Vaticano quien era acusado de causante de la bancarrota por el estado Italiano.

La riqueza y poder económico de la Iglesia Católica es indiscutible. Nada –o si acaso minucias marginales– ha llegado de esa riqueza como ayuda a los migrantes victimizados por un estado ausente y una jerarquía católica indiferente. La jerarquía ha punto menos que abandonado los esfuerzos de personas sinceramente comprometidas por la protección del desvalido como es el caso de Las Patronas y, desde luego, para el albergue Hermanos en el Camino.

Hace tiempo que personeros la jerarquía tratan de minar y desacreditar la labor y la persona del padre Solalinde.

Probablemente sea cierto que haya más párrocos ocupados de la situación de los migrantes centroamericanos en tránsito. De hecho los hay, pero al igual que Alejandro Solalinde lo hacen sin el apoyo real y comprometido de la jerarquía. Es eso lo que se reclama.

No basta hablar de amor en abstracto. El amor es en concreto y con el compromiso cotidiano. Así, bien podría confirmar la jerarquía su verdadero sentido y apego a los principios de bondad que dicen sostener. Mientras no se vea, el discurso no pasa de ser mera verborrea.

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